Cuatro días de julio para la Objeción Fiscal

Diario de Noticias, 2004-07-17

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El 8 de julio se inició en Bruselas la Décima Conferencia Internacional de Campañas de Objeción Fiscal e Impuestos por la Paz. Nos reunimos allí gente procedente de doce países, casi todos del Norte pero tres también del Sur. Todos compartíamos una misma idea: no hay derecho a que con el dinero de nuestros impuestos se pague la preparación y ejecución de las guerras.

Corren tiempos de globalización. La economía se ha globalizado, pero también se ha globalizado la violencia. Quienes mandan deciden hacer la guerra y la guerra se hace. Y aunque se oigan críticas, los gasto militares crecen en todas partes. Las armas causan una doble destrucción. Cuando actúan, es evidente. Mientras permanecen inactivas, la desviación de semejantes cantidades de dinero que ya no pueden destinarse a las verdaderas necesidades sociales que hay en todo el planeta supone el sufrimiento cotidiano de miles de millones de personas.

Frente a la globalización impuesta por los poderosos hace ya años que se oyen las voces de quienes apuestan por otra globalización. Otro mundo es posible, decimos. ¿Posible? Mejor sería decir necesario. Así no se puede mantener. Se acabó la guerra fría, pero ha sido sustituida por una guerra caliente que está suponiendo en muchos países la destrucción de las pocas estructuras sociales que habían logrado condenando así a una gran parte de la humanidad a vivir en la pobreza y en la desesperanza.

Por eso lo reafirmábamos en Bruselas: No hay tiempo que perder. Hoy más que nunca se hace necesaria la resistencia civil a los gastos militares mediante las campañas de objeción fiscal e impuestos por la paz.

Pero veníamos de sociedades distintas, en la que los estados, a la hora de recoger sus impuestos, actúan de formas diferentes. Por ello las formas de actuar son también diferentes. A nuestras casas nos llegan muchas noticias de Estados Unidos. Sabemos de sus artistas, de sus políticos, de sus militares, de sus asesinos en serie. Sin embargo, nunca nos llegan noticias de las miles de personas que ahí, en el corazón del imperio, se enfrentan al hecho de que más de la mitad del presupuesto federal se dedique a la guerra. Les embargan sus propiedades, a algunos les han subastado hasta la vivienda y otros han ido a la cárcel. Hay veces en que ya no pueden volver a hacerlo. Se enfocan entonces a presionar a sus representantes para que reconozca el derecho a la objeción de conciencia fiscal. Mientras tanto, otras personas les toman el relevo. Es muy interesante para la sociedad, pero no para quienes controlan el flujo de las noticias en esta sociedad dominado por los intereses económicos.

Se hace en Estados Unidos y Canadá. También en Inglaterra, en Noruega, en Alemania, en Bélgica,… Quienes hacemos aquí objeción fiscal no estamos solos. Hace ya años, precisamente en la 4ª conferencia internacional que se realizó en Hondarribia, se creó una ONG internacional dedicada a defender el derecho a la objeción de conciencia tanto en el sentido tradicional de resistencia al servicio militar como en el cada vez más necesario de resistencia a la militarización de nuestros impuestos. La Internacional de Conciencia e Impuestos por la Paz trabaja desde entonces para que la objeción de conciencia fiscal sea reconocida como lo que es, como una parte esencial del derecho a la libertad ideológica. Nadie nos puede obligar a convertirnos en cómplices de la muerte de otros seres humanos.

Pudimos escuchar voces del Sur. De la India, donde las conversaciones de paz con Pakistán abren la puerta a que se aleje la amenaza que pende sobre los mil millones de personas que habitan estos dos países históricamente enfrentados y nuclearizados. De Ghana, un país africano que se ha librado de las sordas guerras que sufren sus vecinos pero que, por eso mismo, está viviendo muy de cerca el drama de los refugiados ante la indiferencia del resto del planeta. De Colombia, donde al ejército oficial se añaden los de la guerrilla, los paramilitares de la oligarquía y, últimamente, el de los cárteles de la droga y ante los que la respuesta internacional se llama plan Colombia y es, en realidad, millones de dólares entregados para aumentar el gasto militar.

Los países no son islas. Los impuestos que se pagan en un sitio sirven para la militarización de otro. Hay que responder ante ello. La solución pasa por defender la justicia en todo el planeta: en la tierra hay suficiente para todos, pero está muy mal distribuido. Hay que potenciar formas alternativas de resolución de conflictos basadas en la cooperación y la no violencia. Y no se puede esperar: los ciudadanos y ciudadanas debemos asumir la responsabilidad que tenemos y resistirnos a la imposición de los gobiernos de que con nuestro dineros ellos financien los ejércitos.

Los insumisos nos demostraron que la resistencia que supuso su desobediencia civil al estado es una herramienta eficaz para el progreso de la sociedad. La Objeción Fiscal supone otra forma de acción noviolenta ante los deseos de los gobierno. Es la no cooperación con Hacienda cuando ésta nos exige nuestro dinero para financiar los ejércitos. Si lo hiciéramos poca gente, seria muy digno, pero difícilmente eficaz. Pero poco a poco vamos siendo cada vez más y en muchos puntos del planeta quienes compartimos la idea y las estrategias. Esta conferencia internacional lo ha demostrado. Y el resultado de la misma no deja lugar a dudas. Hay que seguir trabajando por el reconocimiento pleno del derecho a la objeción de conciencia, también en su vertiente fiscal. Hay que detener este derroche de un dinero que es imprescindible para devolver la dignidad humana a todas las personas de la Tierra.

Pamplona-Iruñea, 14 de julio de 2004

Por la Comisión de Objeción Fiscal de Navarra

Fdo.: Pedro Otaduy